viernes, 11 de enero de 2019

¡El pozo habla!

Erase una vez un pueblecito donde todos los mayores habían desaparecido y los niños se ocupaban de las labores de la aldea. Mientras, todos juntos, buscaban una solución e intentaban continuar con la vida normal cuidando de que todo estuviera en orden hasta que regresaran los adultos…

Charlie, el mago
Charlie, el hijo del mago, un niño muy listo y un poco despistado, sabe que cada niño tiene asignada una tarea e intenta cumplirla; la suya es ayudar con su magia a todo el que lo necesite, como sus padres le habían enseñado. Esta mañana se ha despertado temprano, ha desayunado fuerte y ha preparado la varita mágica que le regaló su abuela. ¡Es la primera vez que utilizará su magia el solo!

Feliz y contento, varita en mano, Charlie escucha como Erina, una de las niñas del pueblo, hija de la cocinera, le llama por su nombre y le pide si puede traerle un cubo de agua del pozo, la necesita para hacer un rico estofado. El niño mago, orgulloso acepta el reto, ya que nunca ha cogido agua del pozo, “no puede ser muy difícil, ¿verdad?”, piensa Charlie mirando su varita mágica.
Elen, la exploradora

Mientras tanto Elen, la hija del explorador, una elfa muy espabilada, ha decidió entrar en Narán, ya que vive en una casita a las afueras de la villa. Quiere ver si alguien necesita de sus habilidades ya que es especialmente buena como exploradora en los bosques. Por supuesto a su lado va Alpha, el cachorro de lobo gris que no está muy contenta de entrar en el pueblo y mira en todas direcciones, muy asustada.

La niña acaricia a su loba para tranquilizarla y ambas entran a Narán por la puerta principal, no sin antes ser alertados por Sam, el niño que hace la labor de vigilante, que les abre las puertas dándoles los buenos días. Elen y Alpha caminan sin hacer ruido, muy atentas a todo lo que sucede en la aldea. Los niños y niñas parecen trabajar en armonía y no hay mucha diferencia de cuando mandaban los adultos. Alpha mira a Elen jadeante y ésta sabe que la lobita tiene sed, así que se encaminan a uno de los pozos de la villa.

Steisy, la pícara
Al mismo tiempo, en la taberna del pueblo, Steisy, la picara chica gato, muy aburrida, abandona su tarea ya que sin mayores ya nadie acude a la taberna para beber brebajes de esos que tantos les gustan. Aquí no hay nada que hacer y la curiosidad sobre cómo estarán yendo las cosas en el pueblo sin los padres puede con ella y decide dar una vuelta por el pueblo.

Aunque los adultos no están, todos continúan cuidando de la villa lo mejor posible. Y Steisy pasea observando cómo los niños y niñas se valen por sí mismos haciendo las tareas de sus padres, huele a pan recién hecho, las puertas están vigiladas, y las calles limpias. Todo va como la seda, Steisy sonríe y piensa: “¿Quién necesita a los mayores?”.

Charlie ya se encuentra en el pozo y tras observar el mecanismo de poleas y cuerdas, tira
Marta, la curandera
el cubo al fondo del pozo para que se llene de agua, suena “chof” y cuando el niño cree que está lleno, comienza a tirar de la cuerda para subirlo. ¡Buuuuuuf como pesa! Cuando lo subía su padre no parecía tan pesado. El niño tira de él con todas sus fuerzas y cuando se cansa, el peso del cubo con agua puede con él y le arrastra al fondo del pozo.

Una vez abajo, Charlie se asusta un poco, está oscuro, hace frío y tiene la túnica empapada, por suerte el agua no le cubre más que hasta la cintura y no se ha hecho daño al caer, pero ¿cómo va a salir ahora de allí?

Charlie mira hacia arriba, ve la boca del pozo y poniéndose las manos alrededor de la boca grita con mucho eco: “¡hooooolaaaaaaa!”. Justo en ese mismo instante pasaba cerca del pozo Marta, una niña enana, hija del curandero y también Steisy la chica gato. Ambas escuchan perplejas como del pozose escucha una voz que dice: “¡hooooolaaaaaaa!”. ¡El pozo habla! Se dicen ambas niñas y después se ríen a carcajadas. Steisy muy curiosa, como buena gata, se acerca al pozo y pregunta: “¿Hay
El pozo parlanchín
alguien ahí?”.
Charlie ve como arriba, en la boca del pozo aparece la cara felina de una niña gato, le suena de haberla visto por el pueblo, es la hija del tabernero. “Me he caído, ayúdame a subir”, gritó Charlie desde abajo.

Alertadas por los gritos, Elen y su lobita Alpha, que pasaban por allí, se acercan al pozo corriendo, parece que alguien está en apuros. Arriba las tres niñas se presentan. Marta, Steisy y Elen, mientras Alpha gruñe al ver a la chica gato. Charlie vuelve a gritar “¡Eh! ¿Me vais a ayudar?”. Elen se asoma al pozo y le grita: “tranquilo vamos a sacarte de ahí.”

Las niñas piensan como poder ayudar a Charlie, el hijo del mago y dan diferentes ideas para poder sacarlo del pozo. Mientras éste se concentra moviendo su varita en círculos para usar su magia y poder salir volando de allí. Pero el hechizo no le sale, parece que la magia no está de su parte esta vez.

Ya saben cómo sacar a Charlie del pozo, Marta grita al niño: “Súbete al cubo y agárrate bien a la cuerda, vamos a subirte.” Charlie obediente hace lo que la niña le dice y mete sus pies en el cubo mientras se agarra fuertemente con las dos manos a la cuerda que cuelga de arriba.

Alpha, la loba gris
Las niñas ayudadas por la lobita comienzan a tirar con todas sus fuerzas y suben sin problema a Charlie, que mojado pero contento salta al suelo y les da las gracias a todas. Los cuatro se presentan y juntos llevan el cubo de agua a Erina para que pueda hacer su rico estofado. Cuando se lo dan, la niña se lo agradece y le dice a Charlie extrañada: “Pero cómo vienes tan mojado, ¿no te habrás caído al pozo?”, los cuatro niños se ríen a carcajadas y la hija de la cocinera les invita a comer unas galletas riquísimas por haberla traído el agua.

Con unas riquísimas galletas todo se ve diferente, lo que no saben ellos es que este será el inicio de una bonita amistad.