Nadie sabe muy bien
cómo sucedió, pero un día, uno como otro cualquiera cerca de la pequeña villa
de Narán, una niña llamada Pandora encontró un jarro mientras jugaba con su
hermano en las ruinas abandonadas de un viejo castillo. Las ruinas, que no
estaban muy lejos del pueblo, llevaban allí desde hacía muchísimo tiempo y muy
poca gente se atrevía a visitarlas.
El jarro estaba
tapado con un lienzo de tela empapado de cera. Pandora, curiosa, y a pesar
de
las advertencias de su hermano, no pudo resistir la tentación de destaparlo.
Nada más hacerlo, del jarro comenzó a salir una extraña niebla, un vaho
amenazador que fue cubriendo el suelo a su alrededor.
El jarro de Pandora |
Asustados, la niña y
su hermano corrieron de vuelta al pueblo. A partir de ese momento comenzaron a
pasar cosas muy raras en la región. Para empezar, a la mañana siguiente todos
los adultos del pueblo habían desaparecido, por lo que los niños tuvieron que
empezar a arreglárselas solos mientras se preguntaban qué es lo que había
podido pasar. En segundo lugar, los alrededores se llenaron de extrañas
criaturas.
Algunos animales del
bosque se volvieron feroces y aparecieron muchos otros que nadie había visto
nunca. ¡De repente había un montón de seres peligrosos deambulando por todas
partes!
Pero no todo estaba
perdido. Tratando de averiguar qué había pasado, algunos niños volvieron con
Pandora al lugar donde había encontrado el jarro. Al cogerlo, vieron que aún
quedaba algo, ¡o alguien!, en el fondo. Se trataba del Hada de la Esperanza.
El Hada salió del
jarro, tocó a cada niño en la frente con la punta de sus dedos y les dijo que
no tuviesen miedo. Ella estaría allí siempre para darles esperanza y ayudarles
a enfrentarse a las misteriosas fuerzas que ahora amenazan a su comunidad.
Hada de la Esperanza |